...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

domingo, 17 de octubre de 2010

JOSÉ HIERRO


ALUCINACIÓN

Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos,
a sentir en la carne desnuda la escarcha.
¡Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba!
¡Tan feliz creación elevada a la cima más alta!
Siento el tiempo pasar y perderse y tan sólo por fuera de mí se
       detiene.
Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia.
¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio!
¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada!
¡Tanta luz, tan abiertos caminos!
¡Tanta vida que evita los siglos y ordena en el día su magia!

Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro;
si su olor, su dureza, su verde jadeo, su  vuelo entre el cielo y la
        rama.
Si todos me deben su vida, si a costa de mí de mi muerte es
        posible su vida,
a costa de mí, de mi muerte diaria...
¿Tanta luz, tan remoto latir de la hierba...!
(Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha.)
¡Tanta luz, tan oscura pregunta!
¡Tan oscura y difícil palabra!
¡Tan confuso y difícil buscar, pretender comprender y aceptar,
y parar lo que nunca se para...

                   ***

EL MUERTO
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría

no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.

Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,

muchos siglos de olvido y de sombra constante,

muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido

a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.

Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos

será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,

desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,

por el curvo volar de gorriones,

por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.

Puede ser que después arrojara las flores al agua,

puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,

que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,

que a mi madre llevara las flores;

yo querría poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!

Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría

no podré morir nunca.

Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino

no podré morir nunca.

Morirán los que nunca jamás sorprendieron

aquel vago pasar de la loca alegría.

Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos

no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.


                          ***


RESPUESTA

Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras. 

Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente. 

Que tú me entendieras a mí sin palabras 

como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte, 

Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes. 

Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible, 

la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte. 

Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve. 

Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma, 

yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras, 

criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.
Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas 

y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil, 

y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros, 

y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...
Si ahora yo te dijera 

que es tu vida esa roca en que rompe la ola, 

la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste, 

aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha, 

aquel niño que azota la mar con su mano inocente...
Si yo te dijera estas cosas, amigo, 

¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente, 

qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos? 

Y ¿cómo saber si me entiendes? 

¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos? 

¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte? 

¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna, 

poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

DE "ALEGRÍA" 1947

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