...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

miércoles, 31 de agosto de 2011

SILVIA PLATH - DESENLACE



DESENLACE


El telegrama dice que te has ido
Abandonando a su suerte nuestro circo en bancarrota;
Ya no tengo nada que decir.

El maestro da el finiquito a los pájaros cantores
Y ellos compran billetes para marcharse al trópico;
El telegrama dice que te has ido.


Los perros de lanas inteligentes ya han pasado a la historia,
Y ahora se juegan a los dados el único hueso que queda;
Ya no tengo nada que decir.


El león y los tigres se han vuelto de arcilla,
Y el elefante brama triste hasta petríficarse;
El telegrama dice que te has ido.


La cobra ha perdido su mórbido juicio
Y ahora vende por teléfono su surtido de venenos;
Ya no tengo nada que decir.


Las carpas de colores se desploman en la bahía;
El serrín mágico escribe: dirección desconocida.
El telegrama dice que te has ido.
Ya no tengo nada que decir.

SILVIA PLATH. POESÍA COMPLETA. BARTLEBY EDITORES.





domingo, 28 de agosto de 2011

GARCÍA LORCA - ODA A WALT WHITMAN



Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.



Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.



Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.



Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.



Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.



Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de tus anémonas manchadas?



Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.


Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.



Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te señalan.



¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como los gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.



¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.



Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.



Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.

Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.



Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.



Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.



Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.



Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.



¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer. Perras de sus tocadores.
Abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscados en yertos paisajes de cicuta.



¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.



Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.


Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.


Federico García Lorca. Poeta en Nueva York

sábado, 27 de agosto de 2011

ANNE MICHAELS - EL PESO DE LAS NARANJAS & MINER´S POND


EN LA TERRAZA

Dicen que ato el pincel a la mano,
no es verdad.
Se me agarrotan y Grabielle me las envuelve
en gasa espolvoreada para curar la irritación.
De hecho, el pincel se ajusta muy bien a esa hendidura,
mis dedos como parras alrededor de un tronco.
A veces me asusta;
mis articulaciones retorcidas, el pincel tan recto.

Toda la mañana sudando ante los olivos,
esas hojas que toman cada tonalidad del gris.
Hace años, cuando dejé de trabajar al aire libre,
menuda conmoción
porque un hombre se fue a casa para cobijarse de la lluvia.
Rafael no tuvo que arrastrar sus lienzos por el campo
para captar la tonalidad del sol.
Estaba harto; cada vez que alzaba la vista
la luz había cambiado de posición.
Las nubes, el viento, hacían que una manga cambiara de color
o que las hojas verdes tomaran otro matiz.
Te sientes solo, viendo cómo el mundo se lava la cara ahí arriba.
Aquellos días todas apartaban la vista. Enamoradas;
o bebiendo, las cabezas inclinadas,
los ojos ofuscados en el fondo del vaso.
Pero ahora tengo relaciones.
Las mujeres me miran a los ojos cuando les quito la ropa.
Soy el elegante hijo de un sastre, ¡pintando desnudos!
Gabrielle gana veinte libras bajo mi pincel.

Cuando era joven, quería moverme por el mundo,
no entendía que el mundo se mueve en nuestro interior.
Y que hay una quietud en las cosas
cuando están en movimiento; piensa en los nenúfares.
Pobre Monet, ¡sus ojos ciegos llenos de agua!
Los lirios flotan en su muerte.

por eso no estoy de acuerdo con Zola,
tan preocupado en describir la materia,
olvida los espacios entre las cosas,
olvida que tocar no es coger;
demasiado ocupado con "iridiscencia" y "reluciente"
olvida decir que está lloviendo.
Fue mi error también olvidar el espacio.
Cuando estudiaba los matices del Sena
con Monet en Bougival,
aprendimos la vibración de los colores.
Pero el espacio vibra también.
Eso lo saben bien los músicos.
Si Zola estuviera aquí, se sentaría en esa silla,
los ojos incendiando todo lo que estuviera a la vista
-convencido de que esa es la manera de mirar-
y al final, como todos los demás,
deduciría:
llevas el pincel atado a la mano.

Quietud en el movimiento. Soy un ejemplo.
Me llevan de una habitación a otra como a un rey;
cuando doy una voz, 
se apresuran a sacar las cerdas que se pegan a la pintura.

Y ahora que no tengo manos,
suspiro por la arcilla.
¿Por qué empezar ahora con la escultura?
Riviere es el único que me lo preguntó.
No pude decirle
que a causa de un sueño,
que tuve en el pasado, treinta años atrás,
con Las Bañistas en Versalles.

El propio Girandon se había convertido en piedra caliza;
parecía tan feliz allí, entre ellas.
Ahora quiero una mujer
que me espere en el jardín,
haga el tiempo que haga, bajo cada luz.

Por las tardes les observo trabajar la piedra.
Un día, sin necesidad de levantar un dedo,
la figura que está en mi mente
será exactamente lo que vea.

DE: EL PESO DE LAS NARANJAS& MINER'S POND. 
ANNE MICHAELS. BARTLEBY EDITORES.

jueves, 25 de agosto de 2011

MAX FERNÁNDEZ - PEQUEÑAS VERDADES DEL NIÑO MANDRÁGORA





En los bares
hablando del pasado
jóvenes rosas y naranjos.
Y en el cenicero una aceituna.
Todo ya es hueso.


            ***


Como si alguien quisiera concederme alas,
la nieve cubre mi espalda.


            ***


Vuelvo a casa,
vuelvo a casa y me ducho:
me limpio de pájaros muertos.


            ***


Admiro la evidencia:
Crecen los geranios
y el lenguaje no importa.


            ***


Padre
injerto de naranjo
¿sigues temiendo a la muerte?


            ***


Y encuentro
uno de tus cabellos 
en mi bolsillo,
es el signo 
del silencio de las garzas
y la cuenta atrás.
Y sí,
lo dejo caer 
como la lluvia
que esculpe 
ahora en ti
un nuevo rostro.


           ***


Hablan otra vez
las piedras 
del más viejo
de mis enemigos,
ese hombre negro
y húmedo
que camina encorvado
por el borde derecho
de la carretera,
ese hombre
que va escondiendo 
mis días
debajo de vosotras.


          ***


Siendo niño
durante los días de verano
era capaz de escuchar 
el azul.
Sonaba a zambullirse
en el agua,
sonaba a ojos de cloro
y a mi abuela vigilando.
Recuerdo su tacto de toalla
estoy seguro de que ella
también
lo escuchaba.
Ahora ella es el azul
más intenso y alto,
pero tengo frío.
¿Será por este nuevo cuerpo
sordo que ahora tengo?
Goteo
lentamente,
me seca la noche
y escribo para volver a 
escuchar.

PEQUEÑAS VERDADES DEL NIÑO MANDRÁGORA. MAX FERNÁNDEZ RIERA
Agente Noviembre A.C.
          


martes, 23 de agosto de 2011

MARY JO BANG - PAISAJE CON CAÍDA DE ÍCARO



PAISAJE CON CAÍDA DE ÍCARO


¿Cómo he podido fallarte así?
pregunta el sujeto
al objeto. El objeto es una urna
de cenizas. Cómo no he logrado salvarte,
muchacho de carne y hueso. Muchacho
compuesto de mente. De años. Una mano
y pintura sobre tela. Una escultura de mármol.
Por qué no puedo alcanzarte donde estés
y tirar de ti. Por qué yo soy
y tú no. Estás para siempre en el andén
mirando la puerta del vagón al cerrarse.
Y luego la estela plateada de mi partida.
¿Qué tren era? El número 6.
¿Qué día era? Miércoles.
Habíamos admirado juntos los mosaicos
del Museo Metropolitano.
Aquel vagón debería estar sellado en ámbar.
Aquel día tan doloroso debería estar
engastado en ámbar.
En granate. En ámbar. En ópalo. Para
poder seguir. Cómo puede ser 
que esto no signifique nada para nadie que no sea yo.


                             ***


AHORA


Ahora, dijo ella, ¿sabes
cómo me siento? No, dijo él,
no sé nada.
Soy solamente, como tú me has descrito,
ceniza en una urna. No, dijo ella,
eso no es lo que quería decir
cuando lo dije. Eres todas las cosas
y además eso. Es la ironía
del lenguaje quien te ha descrito así.
Reducido
al después del dolor
que durará toda mi vida. El dolor
hasta la raíz del pelo de una madre
cuyo hijo ha sido barrido del mundo
por la escoba punzante
de todos sus fallos involuntarios.


Lo que ella había querido decir es que
el cuerpo como ceniza es insuficiente.


ELEGÍA. MARY JO BANG
BARTLEBY EDITORES
Traducción de: JAIME PRIEDE

Este libro es una elegía que no se resigna ante la muerte ni ofrece consuelo a los vivos. Este libro duele. Es una herida que no acaba de cerrarse. La herida del desamparo que causa una pérdida y el sentimiento de culpabilidad por no haberla evitado. Mary Jo Bang compone Elegía entre junio de 2004 y junio de 2005, tras la muerte de su hijo por sobredosis, pero el libro no fue publicado hasta 2007, año en que recibiría el prestigioso National Book Critrics Circle Award. Jaime Priede

sábado, 20 de agosto de 2011

FEDERICO GARCÍA LORCA - 1910 (INTERMEDIO)


1910 (Intermedio) de Federico García Lorca
Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos,
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca,
en el seno traspasado de Santa Rosa dormida,
en los tejados del amor, con gemidos y frescas manos,
en un jardín donde los gatos se comían a las ranas.

Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos,
cajas que guardan silencio de cangrejos devorados
en el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!

New York, agosto 1929.

miércoles, 17 de agosto de 2011

ÁNGEL GONZÁLEZ - ESPERANZA


ESPERANZA...

Esperanza,
araña negra del atardecer.
Te paras 
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas  
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.

Agazapada 
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
                        Mi corazón:
tu nido.
            Muerde en él,  esperanza.


Ángel González. Poemas. Edición del autor.
 CATEDRA  Letras Hispánicas. 1984.

lunes, 15 de agosto de 2011

BERNA WANG - HACE FALTA VALOR





Hace falta valor
para volver después de tantos años.
Y reconocer que las ciruelas claudias que
cogimos aquella madrugada de agosto
mientras los demás dormían
y que guardamos en la nevera,

después de tantos años

ya no tienen la piel brillante
verde y amarilla de entonces,
ni son firmes al tacto
ni dulces al paladar.

Hace falta mucho valor
para regresar y abrir la nevera,
verla invadida por el moho y la podredumbre,
soportar el olor a vinagre y humedad,
tirar a la basura
esas pieles arrugadas, esa carne ya seca,
esos huesos mondos,
y limpiar los cuajarones

después de tantos años.



sábado, 13 de agosto de 2011

SIRI HUSTVEDT


En el cielo la princesa llora sobre el cuerpo del príncipe ciego. Caen dos lágrimas dentro de sus ojos y él puede ver. El rescate. Las lágrimas. Cuéntamelo otra vez. El pelo que cae de la torre. Dejo descansar el libro sobre tu pecho, en la cama. Siempre te leeré. Te lo prometo. Te leeré cuentos siempre, a medida que pasen los años. No te lo dije. Era lo que quería decir. Recuerdo fragmentos de historias de este libro de mi niñez, el resto está vacío. Los cisnes que se van volando. La hermana que cose flores en las camisas. El hermano menor con un ala, un ala de cisne blanco que sobresale por la camisa inacabada, las plumas tiernas, el flojel, la esposa malvada por siempre encerrada para que nadie pueda ver su cara nunca, entonces, ahora, al pasar el tiempo, junta y separada, joven y madura, enferma y matándose con la bebida en casa. Él guarda silencio. Ahora recuerdo lo que había olvidado. He olvidado pero cómo es posible que recuerde que olvido. Los entierros son casi siempre afuera, ponen a los muertos lejos de nosotros, fuera de la casa. Son omisiones, espacios en blanco en el paisaje, señalados e inscritos y llevados dentro como si estuvieran vivos. En el vacío, en el día vacío, hay cosas que se van y que vuelven sólo cuando podemos soportar el recuerdo. La cruz del santuario está vacía sobre el mantel violeta de la Cuaresma, la historia después de la muerte, después de morir, después de morir en la muerte, los que se mueren y los muertos, muertos, muertos.

Siri Hustvedt. Leer para ti.Bartleby Editores.

viernes, 12 de agosto de 2011

MIROSLAV B. DUSANIK


MIROSLAV    B.   DUSANIK


EN RESUMEN

He llegado hasta ese punto
donde es aconsejable
admitir con franqueza
que mis poemas terminan impotentes.

Como en esta última fase.
Al final la vida  sigue
y no es un grito, sino un sueño;
Yo podría ser alguien y respaldar mis huellas.

jueves, 11 de agosto de 2011

SHARON OLDS - VUELVO A MAYO DE 1937


Los veo parados en los portones de sus universidades.
Veo a mi padre saliendo bajo el arco de arenisca ocre,
las tejas rojas brillando como platos doblados de sangre tras su cabeza.
Veo a mi madre con libros ligeros en su cadera,
parada en la columna de ladrillos con los portones de hierro forjado,
aún abiertos detras de ella, con las puntas de espada. 
Están a punto de casarse.
Son niños. Son tontos.
Sólo saben que son inocentes y que jamás lastimarían a nadie.
Quiero ir y decirles que no lo hagan.
Que ella es la mujer equivocada, que él es el hombre equivocado.
Que harán cosas que ni se imaginan.
Que le harán daño a los niños.
Que sufrirán de forma inimaginable.
Que van a querer morirse.
Quiero ir y decírselo en la luz de Mayo.
Pero no lo hago.
Quiero vivir.
Los tomo como muñecos de papel,
y los froto uno contra el otro por las caderas como pedernal,
como si quisiera sacarles chispas.
Y digo: Hagan lo que van a hacer, que yo lo contaré.

The Gold Cell  SHARON OLDS

martes, 9 de agosto de 2011

ANGELA VALLVEY - LLANTO INFANTIL



LLANTO INFANTIL

Tus labios no manchan porque los ha pintado la luz.
Éríka Perales, 1996.
Siéntate, Érika. Mira cómo el fondo del cielo
parece misterioso con el amanecer.
Este es el rito, la suavidad con que la luz
del Sol cruza la línea curva de la Tierra.
La luz, que es una peregrina, inevitable calor
en todo este vacío. La luz no reflexiona,
se enreda en los zarzales y en tu pelo,
se enfrenta con orgullo a los objetos.
Importa, sobre todo, que mires a los astros y a las nubes
aunque ninguno de ellos pueda explicarte el firmamento.
No digas que en su forma
se intuyen el desprecio o la tristeza:
si no fuese así, el cielo no sabría
otra manera de ser cielo. Fíjate,
la Luna empieza a confundirse

con el color de la mañana,
los pájaros la miran
planeando en secreto volar hasta sus mares
de polvo negro que no conocen el verano.
Levántate, Érika, y no llores,
echa a correr de nuevo. No volverás a tropezar
el cielo limpio de junio será tu único muro.


Ángela Vallvey. El tamaño del universo.
Hiperión. 1998.

domingo, 7 de agosto de 2011

THEODORE ROETHKE - SENTIMIENTO PRIMAVERAL



SENTIMIENTO PRIMAVERAL


Aunque los azafranes asomen sus cabezas en los lugares usuales,
La baba de la rana cubra el estanque con el mismo espumar verde,
Y los muchachos miren a las chicas con la misma fatuidad del año pasado
No me aburro nunca, por familiar que sea la escena.
Cuando de abajo del granero la gata trae una cría de gemelos
—Dos amarillo y negro, y uno mezcla de ambos—,
Aunque todo haya acontecido antes, no siento amargura:
Gozo la primavera, como si nunca hubiera habido primavera.

Theodore Roethke. Poemas
Huerga y Fierro Editores.

viernes, 5 de agosto de 2011

LAURA CASIELLES - LOS IDIOMAS COMUNES


OFRENDA

Toma, este es mi cuerpo,
Ha vivido tempestades y lleva dentro animales pequeños
que por su nombre podrían ser dinosaurios.
Toma, este es mi cuerpo,
te estaba esperando,
cada mañana lo perfumo y a menudo
no me deja dormir,
si te fijas bien verás que en los recodos
tiene la forma de tus manos.

Toma, este es mi brazo, tuyo,
este es mi labio,
tuyo,
este es mi cuerpo y enseguida
piel,
entrañas,
tuyo,
se va a poner a llorar de amor,
naranjas, viento,

toma,
este es mi cuerpo,
te estaba esperando,

a veces no estás y no es nada,

a veces cuerpo,

a veces voz.

       ***


ACCIÓN DE GRACIAS

Estar
un poquito en la calle y un poquito en los libros,
tener
al menos un amor que haya cambiado el mundo y un puñado de amores menos eternos
que formen entre todos el país donde se quiere vivir

por lo demás,
ser
una casa con ventanas abiertas,
viento y sol, una cama con alguien,
proyectos,
el pasado presente, el futuro olvidado,
un par de carencias,
la mar,
la salud que no falte,
la risa siempre a punto,

gozar
de los amigos en cuya presencia
nada ha fallado nunca.

No pedir más.

Laura Casielles. 
Los idiomas comunes. Poesía Hiperión.

miércoles, 3 de agosto de 2011

RAQUEL LANSEROS

                    RAQUEL LANSEROS


BEATRIZ ORIETA
Maestra nacional
(1919-1945)

Los niños corren y saltan a la comba.
Beatriz Orieta pasea junto a Dante
sorteando los pupitres
[en medio del camino de la vida...]
Tiene litros de frío mojándole la espalda.
Apenas pueden nada contra él
los míseros tizones del brasero oxidado.

Entran al aula los gritos infantiles,
huelen a tos y a hambre.
Algunas veces,
Beatriz Orieta casi no contiene
las ganas de llorar
y mira las caritas sucias afanándose
en recordar las tildes de las palabras llanas.

Prosigue Dante todo el día musitando
en el oído de Beatriz Orieta
[ ... amor que mueve el sol y las estrellas]

Ella siente de veras
que otro mundo la mira
al lado de este mundo gris y parco.

Contra el lejano sol
del lejano crepúsculo
dos amantes se miran a los ojos.
Beatriz Orieta está
apoyada en su hombro.
Los álamos susurran las palabras de Dante.
Los amantes son túneles de luz
a través de la niebla.

Los besos, amapolas
de un cuadro de Van Gogh.

Pasa el invierno lento como pasa un poema.

Pasan el frío andrajoso, la fiebre y el esputo
y toman posesión del blanco cuerpo
igual que las hormigas invadiendo
esas migas de pan abandonadas.

Sesenta años después, entre las ruinas verdes
leo un descanse en paz envejecido
sobre la tumba de Beatriz Orieta.

El silencio es de mármol.
El silencio
es la respuesta de todas las preguntas.
Unos metros más lejos, hace sólo dos años
yace también el hombre
que, apoyado en el hombro de Beatriz Orieta,
dibujó un corazón sobre un tiempo de hiel.

¿Qué más puedo decir?
Que la vida separa a los amantes
ya lo dijo Prévert.
Pero a veces la muerte
vuelve a acercar los labios
de los que un día se amaron.


Raquel Lanseros en Los ojos de la niebla. 
XXII Premio Unicaja de Poesía.
Visor.