...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

domingo, 29 de julio de 2012

SOFÍA CASTAÑÓN - LA NOCHE ASÍ


Hay un tul fino para distinguir a quien odiamos.
Por lo demás, su rostro
es el mismo que el que nos hace felices.


Por eso besamos a veces al antagonista
o damos en la sien a quien nos quiere.


                       ***


Tú también has visto cosas.
Te preguntas si al decírmelas
con la metáfora de una paloma o de la lluvia
podré llegar a alcanzarlas.


Como si pudiese mirar a través de otros ojos
o entender el momento en que decir adiós
es de verdad despedirse.


                        ***


Como un origami:
apenas te formulo
y ya no recuerdo
qué dobleces.


Como un unicornio blanco.
Nada de esto es cierto
salvo el golpe.


                      ***


Todos recordamos de la esquina del techo la araña.
La misma repetida
en nuestra mente de colmena.


Hay diagnósticos que nos paralizan
hasta cuando no son sobre nosotros.
Sólo somos memoria


y la memoria es mentira.




Sofía Castañón. La noche así
Ya lo dijo Casimiro Parker

lunes, 23 de julio de 2012

EDICIONES LA BARAGAÑA EN GIJÓN. ARCU ATLANTICU



FESTIVAL ARCU ATLANTICU. XIXÓN. 
Día 25 a las 20.30h. Presentación de Ediciones La Baragaña.
Batania, Daniel García Granda y Jorge Espina.
Patio del Instituto Jovellanos. Gijón

sábado, 21 de julio de 2012

ALEJANDRO CÉSPEDES - URGENCIAS



URGENCIAS


                                                       Este beso ya no podrás negármelo.
                                                   Jean Arthur a Gary Cooper, muerto.


Durante tanto tiempo imaginé,
entre tantas lecciones, ejercicios,
preguntas que, sabiendo la respuesta,
yo te hacía para que me miraras,
para poder rozarte, para olerte,
tantas veces jugué a cosas horribles
sólo para que me acabases eligiendo
aunque fuese al final, el último,
cuando ya no tenías más remedio
porque nadie quería que estuviese en su equipo,
incluso en ese instante tenías que mirarme,
señalarme, decirme: ven aquí,
después ya buscaría yo el momento
adecuado para que tropezásemos,
o para que pasases tu brazo por mi hombro
o me hicieses un gesto, compañero.
Todo cuanto aprendí, todo lo que hice bien
y mal, cuanto no hice, lo que soy
y no soy es por tu causa.
Si tú supieses lo que yo he fingido
por amarte, para que no supieses
cuánto era mi deseo y no asustarte,
si supieses cuántas noches en vela,
cuántos días en celo, cuánta fiebre,
cuánta pasión que nadie comprendía
por correr al colegio, incluso enfermo,
y en todos mis insomnios yo pensaba:
si me besase ¡uf! si me besase.
Durante tanto tiempo imagine
ese instante, un solo beso, uno,
solo rozar los labios.
Pero eras tan ajeno a mi claudicación 
y yo tan transparente a tu mirada...


Y mírate aquí ahora, en esta UCI,
sin saber quién soy yo ni tú quién eres,
sin saber que esta bata de enfermero
también es por tu culpa,
que dependes de mí
en el único instante que nunca imaginé.


Yo, que siempre pensé que moriría
si te viese desnudo, si tuviese
estos labios tan cerca, con que solo
mezclásemos  saliva, con tocarte
sin que te me escapases y ahora mismo
son tuyas mis heridas, todas ellas
se abren con tu sangre y yo no puedo 
frenar tu escapatoria
hoy que precisamente te me entregas.
No hay vendaje ni amor ni fingimiento
que pueda suturar  estas heridas
que te están vaciando entre mis manos.
Tantos años imaginé tus manos
y las mías debajo del pupitre
y el desertar de todas las cautelas
y entre el miedo ir cayendo en tu boca
y otra vez te me escapas.
Como olvidar el rictus de tu beso
en otros labios,
cómo tu nombre estéril pronunciado mil veces,
cómo olvidar mañana
que tu cuerpo desnudo y accesible
hoy se me está muriendo entre las manos.
En qué abismos caeré infinidad de veces.
Sensación repetida 
que vuelve de la infancia
ávida
de no haber poseído lo más fácil.
Este beso ya no podrás negármelo.


Alejandro Céspedes.  Sobre andamios de humo.
Ediciones Vitruvio

martes, 17 de julio de 2012

JAVIER CÁNAVES - PLAYAS NEVADAS



PLAYAS NEVADAS
                                            La historia de después te importa menos.
                                                                       J.M. Caballero Bonald


Volveremos a ver playas nevadas.
Ahora tienes que irte
pero no importa mucho,
quiero decir
que nada de esta historia
importa demasiado.
Venimos de las nubes,
no intentes comprenderlo. Solo pido 
poder verte marchar desde esta mesa,
vivir sin sobresaltos
uno de esos momentos 
que se piensan cruciales en la vida.


La historia de después se irá escribiendo
y apenas si sabré lo que sucede.


Te digo: volveremos a ver playas nevadas,
pero tú ya estás lejos y la nieve
se derrite formando un barro sucio,
esa lírica gris que todos pisan.


Javier Cánaves. El peso de los puentes. Premio Ciudad de Palma 2005.
DVD EDICIONES



sábado, 14 de julio de 2012

JUANJO BARRAL - TEORÍA DE LA RELATIVIDAD



EL VALOR DE LA PALABRA


El otro día me pagaron
por recitar media docena de poemas, algunos
contra el propio sistema bancario.
Es la primera vez que cobro por las miles de horas extra
sin contrato ni derecho a subsidio por desempleo  que llevo
desde que me inscribí en el gremio de artesanos del vaho
en esta profesión de vendedores de melancolía


en la que tanto se padece la siniestrabilidad
–hay versos cojos, poemas que se estrellan contra el cielo–,


en la que sufrimos la flexibilidad laboral más dura
–quién no ha tenido que escribir en el autobús, camino del alba–,


en la que somos víctimas del acoso moral de uno mismo en el trabajo
–cuántos suicidios ejemplares de los que se tiene constancia–.


Así que voy a practicar un poco el absentismo
antes de volver a emplear el tiempo
jugándome la vida
a cuatro euros el poema.


                 ***


TEORÍA DE LA RELATIVIDAD


Me quejo yo que tengo a fin de cuentas dónde
arrimarme para calentar los tres bajo cero que hace fuera
y que se nos quieren meter en casa.


Me quejo yo que tengo este papel
donde hacerlo.


Me quejo yo que puedo 
entrar en un poema muerto de frío
y abrazarme a este verso.




JUANJO BARRAL. TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
Ed. Renacimiento



miércoles, 11 de julio de 2012

ANDRÉS NEUMAN - LA CITA DE SU VIDA


LA CITA DE SU VIDA

El lunes sueña con la cita. El martes se entusiasma pensando que se acerca. El miércoles comienza el nerviosismo. El jueves es todo preparativos, revisa su vestuario, va a la peluquería. El viernes lo soporta como puede, sin salir de su casa. El sábado, por fin, se echa a la calle con el corazón rebosante. Durante toda la mañana del domingo llora sin consuelo. Cuando nota que vuelve a soñar, ya es lunes y hay trabajo

Andrés Neuman


domingo, 8 de julio de 2012

OLVIDO GARCÍA VALDÉS - ¿DÓNDE ESTÁN MIS ZAPATOS?



A lo lejos dos chopos tiemblan como lluvia
y aquí el tordo mira desde la cúspide
del tejado a cuatro aguas (¿impropio el punto 
para un tordo?). Tiemblan los chopos por ser
de leves hojas y móviles pedúnculos. "Uno ya no sabe
qué camino tomar", dijo al irse la luz. "no es del suministro
salta si hay varios aparatos funcionando, pero de algún modo
habrá que ir bajando las facturas."
                                                     En la cena el amigo
evocó un cortometraje búlgaro. Una anciana vuelve
de la compra caminando despacio. Se detiene
ante el ascensor averiado, duda un instante, y 
sube luego, ascenso que la cámara sigue a tiempo 
real hasta el noveno piso; cuando al fin llega
y va a sacar la llave, la bolsa se le escurre y rueda todo
escaleras abajo. La mujer entra en casa y le explica 
al marido. Apiadado, se incorpora y se sienta
al borde de la cama". ¿Dónde están mis
zapatos?" "Cómo puedo saberlo", le responde, "si
hace tres meses que no te levantas." Y ahí se acababa 
el corto.
             (¿La fuerza de una imagen es efecto del punto
en que se cruzan las asociaciones, o es solo su pureza
la nitidez extraña y viva de una impresión?)




Olvido García Valdés.
Lo solo del animal
Tusquets editores

viernes, 6 de julio de 2012

ENRIQUE ANDERSON INBERT



LA MONTAÑA


     El niño empezó a trepar por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en su butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose,  se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.
     –¡Papá, papá! –llamó a punto de llorar.
     Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.
     –¡Papá, papá!
     El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.


Enrique Anderson Imbert
Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves
Ed: Páginas de espuma

miércoles, 4 de julio de 2012

WILLIAM CARLOS WILLIAMS - LAS PEONIAS ROBADAS



LAS PEONIAS ROBADAS


Lo que me daban aquellas mujeres
es difícil decirlo
Flossie


tú no
tú viviste conmigo
muchos años recuerda
el año en que tuvimos 
aquel magnífico tiesto
de peonias


qué contentos estábamos
los dos con ellas
pero una noche
nos las robaron
compartimos la pérdida
ninguno pudo pensar
en nada más 
durante todo un día
nada podría
habernos unido tanto
llevábamos
casados diez años.



lunes, 2 de julio de 2012

RAYMOND CARVER - PARA SIEMPRE



PARA SIEMPRE


A la deriva en una nube de humo,
sigo la raya que en el suelo del jardín deja un caracol
hasta el muro de piedra.
Solamente al final me acuclillo, veo
lo que hay que hacer y, de repente,
me adhiero a la piedra húmeda.
Empiezo a mirar lentamente alrededor
y a escuchar, utilizando para ello
mi cuerpo entero como el caracol
utiliza el suyo, relajado, pero alerta.
¡Atención! Esta noche es un hito
en mi vida. Después de esta noche,
¿cómo podré volver a mi
vida anterior? Mantengo los ojos fijos
en las estrellas, les hago señales
con mis antenas. Me sujeto bien
durante horas, descansando sin más.
Más tarde, la pena comienza
a gotear en mi corazón.
Recuerdo que mi padre está muerto,
y que me voy a ir pronto
de esta ciudad. Para siempre.
Adiós, hijo, dice mi padre.
Casi al amanecer, bajo
y vuelvo errabundo a casa.
Todavía están esperándome,
el espanto aletea en sus rostros
cuando se encuentran con mis nuevos ojos 
por primera vez.


Fires, 1983 Raymond Carver.
Todos nosotros. Bartleby Editores
Traducción y prólogo de Jaime Priede.