...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

lunes, 26 de noviembre de 2012

ISLA CORREYERO - CRÍMENES - I



EL ASEO

Es imposible tener un sentimiento más deformado y cruel que
el que teníamos cuando entrábamos en la habitación del moribundo.

Cerrábamos la puerta y abríamos la ventana.

El enfermo se quejaba y podíamos oirle decir que en verdad no quería la muerte.

Sin embargo, alguien lo levantaba y lo sentaba en un sillón de plástico y él,
concentrando toda su energía,
nos miraba, levantando los párpados azules, con la cabeza 
sobre el pecho, triste, extenuado,
dando pequeños estertores y, sin embargo, queriendo sonreír.

Nosotros destrozábamos su afán echándole colonia,
desnudándole, pegándole en la inocente cara limpia,
deleitándonos en su consternación y su amargura:

"No pasa nada... la muerte es un viaje... vete pronto y grita cuando llegues...
¿Hay ángeles ahí?... no seas quejica y siéntate mejor... como te vuelvas a mear..."

Y el moribundo miraba la pared como un cordero,
abatido, movía la garganta, sin dolor ya,
despojado de imágenes terrenas
y subía
con un miedo terrible hacia la muerte.


ISLA CORREYERO. CRÍMENES
EDICIONES LIBERTARIAS

jueves, 22 de noviembre de 2012

VIDAL VALICOURT - RUIDO DE FONDO


CUESTIÓN DE CREENCIAS



Creo en el morado de las berenjenas, en el rojo
de los tomates, en el amarillo del plátano.
Creo en una república de verduras y frutas.

II

Creo en la lectura diaria de tu cuerpo.
Creo en el capítulo central de tu libro abierto.
En las páginas de tu corazón encogido.
Creo en el prólogo y epílogo de tu deseo.

III

Creo en los frutos secos, en las palabras crudas.
En tu sonrisa, en el llanto de tus huesos.
Creo en lo más increíble: en la trinchera que a diario
cavamos en las baldosas de esta paz.
En la fosa común de nuestro abrazo.

                           ***

EN EL SUR DE LA ISLA

Era invierno y el sol te pretendía.

Me hablaste de almendras quemadas por un viento,
de almendras negras contra un cielo obsesivamente azul,
de unas almendras ahorcadas en el camino.
Me hablaste de las almendras tristes de enero.

(También estaban las higueras con sus escuálidos brazos 
amenazantes. Higueras negras, desnudas, eléctricas)

Cuando la luz de los prados se replegaba, te miré
que me mirabas a través de tus lágrimas de invierno.

Un viento barrió de sílabas nuestros brazos.
En un descuido, creo que nos rozamos.

                           ***

ARABESCO

Desde el Cabo de Gata una niña morena
está arabizándose con la mirada perdida
hacia las costas de Argelia

El diagnóstico parece claro
La niña sufre arabismo agudo

Un médico de Europa le ha recetado
pastillas del Norte
Una por la mañana
Otra por la noche

Pero la niña no se cura


José Vidal Valicourt
Ruido de fondo
Calima Ediciones

lunes, 19 de noviembre de 2012

JOHN BERGER - LA HORA DE LA POESÍA



Hay un hotel junto al lago, cerca de donde vivo. Durante la última guerra fue el cuartel general de la Gestapo local. A mucha gente la interrogaron y torturaron ahí. Hoy es un hotel nuevamente. Desde el bar se puede ver por encima del agua las montañas al otro lado, lejanas. Mirás un lugar que cientos de pintores románticos del siglo diecinueve hubieran llamado sublime. Y era este lugar hacia donde, antes y después de sus interrogatorios, los torturados miraban. Era ante este lugar donde los amigos y los seres queridos de los torturados se detenían, impotentes, a mirar el edificio en donde uno de los suyos era sometido a un dolor indecible o a una muerte de larga agonía. Entre lo sublime y su presente realidad, ¿qué era lo que veían en esas montañas y ese lago?
            De todas las experiencias, la tortura sistemática es probablemente la más indescriptible. No simplemente por la intensidad del sufrimiento involucrado, sino también porque la iniciativa de tal tortura se opone al supuesto sobre el cual todos los lenguajes están basados: el supuesto de la comprensión mutua a través de lo que diferencia. La tortura destruye al lenguaje: su propósito es separar al lenguaje de la voz y a las palabras de la verdad. El que está siendo torturado lo sabe: me están rompiendo. Su resistencia consiste en tratar de limitar el “yo” que están rompiendo. La tortura destroza.

No les creas cuando te muestren
la foto de mi cuerpo,
no les creas.
No les creas cuando te digan
que la luna es la luna,
si te dicen que la luna es la luna,
que ésta es mi voz en una grabadora,
que ésta es mi firma en un papel,
si dicen que un árbol es un árbol,
no les creas,
no les creas
nada de lo que te digan,
nada de lo que te juren,
nada de lo que te muestren,
no les creas.

La tortura tiene una larga y extendida historia. Si la gente hoy está sorprendida por la escala de su reaparición (¿alguna vez desapareció?), es quizá porque dejaron de creer en el mal. La tortura no es terrible porque sea rara o porque pertenezca al pasado: es terrible por lo que hace. Lo contrario de la tortura no es el progreso sino la caridad. (El tema es tan cercano al Nuevo Testamento que sus términos son utilizables.)
            La mayoría de los torturadores no son sádicos – en el sentido clínico de la palabra- ni encarnaciones del puro mal. Son hombres y mujeres que fueron condicionados para aceptar y que luego practican. Hay escuelas formales y no formales para los torturadores, la mayoría financiadas por el Estado. Pero el primer condicionamiento empieza, antes de la escuela, con proposiciones ideológicas que dicen que cierta categoría de personas es fundamentalmente diferente y que esta diferencia constituye la suprema amenaza. La separación de la tercera persona, ellos, de nosotros vos. La siguiente lección, ahora en las escuelas de tortura, es que sus cuerpos son mentiras porque, como cuerpos, ellos dicen no ser tan diferentes: la tortura es un castigo por esta mentira. Si los torturadores se empezaran a preguntar qué aprendieron, incluso entonces continuarían por miedo de lo que ya hicieron, solo que ahora van a torturar para salvar su propia piel intacta.
            Los regímenes fascistas de Latinoamérica – el Chile de Pinochet, por ejemplo- recientemente han extendido sistemáticamente la lógica de la tortura. No solo destrozan los cuerpos de sus víctimas sino que también tratan de destruir – así no pueden ser leídos – sus nombres. Sería equivocado suponer que estos regímenes lo hacen por vergüenza: lo hacen con la esperanza de eliminar a los mártires y a los héroes, y para lograr el máximo de intimidación entre la población.
            Una mujer o un hombre es arrestado públicamente, sacado de su casa en un auto a la noche, o de su lugar de trabajo durante el día. Los que lo arrestan, los secuestradores, están vestidos de civil. Después de esto es imposible saber algo del que ha desaparecido. Policías, ministros, juzgados, dicen no saber nada de la persona. Sin embargo, las personas desaparecidas están en las manos de los servicios de inteligencia militar. Meses, años, pasan. Creer que el desaparecido está muerto es traicionarlo; pero creer que está vivo es soñar con las torturas que sufre y luego, casi siempre más tarde, terminar por admitir a la fuerza su muerte. Sin cartas, sin señales de su paradero, sin responsables, sin nadie a quien llamar, sin un fin imaginable para la sentencia porque no hay sentencia. En general el silencio significa falta de sonido. Acá el silencio es activo y se convierte, otra vez sistemáticamente, en un instrumento, pero esta vez para torturar al corazón. Ocasionalmente, algunos cadáveres son arrastrados por la corriente hasta la orilla de las playas y son identificados por pertenecer a la lista de desaparecidos. Ocasionalmente uno o dos vuelven con alguna noticia de los otros que siguen desparecidos: quizá fueron soltados intencionadamente para sembrar nuevas esperanzas que van a torturar miles de corazones.

Mi hijo se encuentra
desparecido
desde el 8 de mayo
del año pasado.
Lo vinieron a buscar,
sólo por unas horas,
dijeron,
sólo para algunas preguntas
de rutina.
Desde que el auto partió
ese auto sin patente
no hemos podido
                               saber
nada más
acerca de él.

Ahora cambiaron las cosas.
Hemos sabido por un joven compañero
al que acaban de soltar,
que cinco meses más tarde
lo estaban torturando
en Villa Grimaldi,
que a fines de septiembre
lo seguían interrogando
en la casa colorada
que fue de los Grimaldi.

Dicen que lo reconocieron
por la voz, por los gritos,
dicen.

Quiero que me respondan con franqueza.
Qué época es ésta,
en qué siglo habitamos,
cuál es el nombre
de este país?
Cómo puede ser,
eso les pregunto,
que la alegría de un
padre,
que la felicidad de una
madre,
consista en saber
que a su hijo
lo están
que lo están torturando?
Y presumir por lo tanto
que se encontraba vivo
cinco meses después,
que nuestra máxima
esperanza
sea averiguar
el año entrante
que ocho meses más tarde
seguían con las torturas

y puede, podría, pudiera,
que esté todavía vivo?


            La tortura física suele concentrarse en los genitales por su sensibilidad, por la humillación que provoca, y porque así se amenaza a la víctima con dejarlo estéril. En el caso de la tortura emocional de los hombres y las mujeres que aman a los que desaparecieron, hacen así: eligen sus esperanzas como un punto donde aplicar el dolor, para producir –a otro nivel – una comparable amenaza de esterilidad.


Si estuviera muerto,
yo lo sabría.
No me pregunten cómo.
Lo sabría.

No tengo ni una prueba,
ni un indicio, ni una clave.
Ni a favor,
ni en contra.

Ahí está el cielo,
del mismo azul
de siempre.

Pero eso no es una prueba.
Seguirán las barbaridades,
y el cielo siempre igual.

Ahí están los niños.
Terminaron de jugar.
Ahora se pondrán a beber
como una horda de caballos
salvajes.
Esta noche se dormirán
apenas su cabeza
toque la almohada.

Pero ¿quién aceptaría eso
como evidencia
de que su padre
no está muerto?

Del Blog:Hasta donde llega la voz

domingo, 11 de noviembre de 2012

ISLA CORREYERO - CRÍMENES


INSTRUCCIONES

A las doce y cuarenta minutos de la noche, el doce de febrero,
que estará el cielo raso, en la calle Guadiana, puerta
número siete, encontraréis a un hombre aún despierto:
Matadle.

Si dice estar leyendo o aburrido no le escuchéis, es fingidor y 
joven, nocturno tiburón.

Sabrá perfectamente cuál es vuestro mandado.

Ni tiempo a un cigarrillo le deis para calmarse, ni mostréis 
vuestros rostros bajo ningún pretexto.

Cuando su boca deje de mostrar la sonrisa es que habrá
comprendido que debe levantarse.

Alargará el silencio, jugará a entristecerse, se doblará los
puños de la camisa blanca.

No miréis a sus ojos, no contempléis sus manos: tiene en ellos
un arte de niebla inofensiva y un encanto más fuerte que 
la luna y el mar.

Si un temblor repentino le sobreviene al labio resultará que
el tipo quiere pedir clemencia.

No os valgan sus ardides, no aceptéis sus disculpas.

Su vida tiene el precio de un insomnio de siglos y ha de pagar
la parte que su amante le requiere.

Disparad a la frente, el corazón y el sexo.  Fulminadlo,
tranquilos, en esos puntos clave.

Y cerradle los ojos si todavía le brillan.

                          *****

TODOS NOSOTROS

Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la libertad.

Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.
Viajeros. 
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el cine
y en la noche.

Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que imaginamos
que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos

Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de todo
Los arrasados por el dinero y por las guerras.

Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.

Los que contemplamos la luna desde el cielo.


ISLA CORREYERO. CRIMENES
EDICIONES LIBERTARIAS

jueves, 8 de noviembre de 2012

JOSÉ LUIS PIQUERO - ROMEO EN EL INTERNADO




ROMEO EN EL INTERNADO

Amaba su inocencia, su cálido contacto
casual durante el juego,
la sonrisa radiante que también cautivara
desde el primer momento al Superior.
Los muchachos más brutos le regalaban dulces
y todos le escogíamos para formar equipos.
Yo amaba como un loco su pereza en las tardes
de calor cuando, medio adormilado,
la postura indolente, parecía perderse
en el huerto, muy lejos, tras el gran ventanal,
y el profesor de Ciencias era un adorno inútil.
Le amaba si el jersey se le caía
de la cintura hasta casi el tobillo,
o al declarar muy serio su aversión por la sopa,
o no entendiendo un chiste de los verdes.
Amaba sobre todo su indefensión, las lágrimas
que tanto embellecieron sus ojos cierta vez
al herirse la pierna en el patio, y llevarle
apoyado en mi hombro a buscar una venda.
Y el momento glorioso en que le dieron
“por su cara bonita“ el papel de Julieta
y pude al fin decirle que le amaba, le amaba,
en voz alta, mirándole a los ojos,
ante todo el colegio, ante mis padres.

José Luis Piquero

domingo, 4 de noviembre de 2012

PATRICIO RASCÓN - EL VIENTO Y LOS PÁJAROS



VIENTO

la ambulancia se ha llevado al abuelo


se cayó cuando recogía unas hojas
que había amontonado en el jardín
y se golpeó en la cabeza

La ambulancia se ha llevado al abuelo

Una ráfaga de viento
esparce las hojas

             ***

PÁJAROS

os entiendo perfectamente
enigmáticos pájaros libres
que trináis antes de la madrugada

me indicáis el camino
me decís
vamos, ¿a qué esperas? largate. escapa.

pero vosotros no me entendéis a mí
no comprendéis que yo soy un animal doméstico

que perecería fuera de mi jaula


PATRICIO RASCÓN. OLVIDAR EL OLVIDO
ED. BAILE DEL SOL

       


jueves, 1 de noviembre de 2012

HANS MAGNUS ENZENSBERGER - POEMA


¿O BIEN, O BIEN?

Curioso, todo le que es húmedo,
cerebro, melón, sexo,
el caracol, el ojo, el pez.

Secos por el contrario, la matemática,
las uñas de los dedos, el oído y el papel.
El piano no puede nadar,
el ordenador no gotea,
el arte no está a gusto bajo la lluvia.
Al desierto le gusta estar seco,
al Nilo no. (Sólo la nieve
es húmeda y seca a la vez.)

También el hombre bajo su paraguas
es más acuoso de lo que piensa.
Simplemente, piensa, no se puede
tener todo. Pero cada niño, 
apenas se le saca la leche de los labios,
se pregunta a sí mismo y a los otros de nuevo:
¿Por qué no?, y no encuentra a nadie
que sepa una respuesta.


Hans Magnus Enzensberger
Más ligero que el aire.
Ed: La Poesía señor hidalgo