...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

martes, 10 de junio de 2014

ESTEFANÍA GONZÁLEZ - RAÍZ ENCENDIDA




Está aquí
lo que a sí mismo se teme
y desesperadamente se disipa.
Fuerza que busca gastarse.

Está aquí lo que quiere
entrar en la noche
como quien se entrega a la muerte.
Perderse: sacrificarse.
Deshacerse en el mundo
como el rojo más grave

en dul cí si mas esporas.

Fuego que a sí mismo se quema.
fuego desamparado
que todo viento aviva.

          *****


El poema no cesa de morir.
A las dos líneas muere y nace de nuevo
como el día espiral.
Surgen estancias a su paso y son ya viejas.
Se deshace en los dedos
el poema.


          *****

Hay dos árboles cuajados de brotes blancos. Un grupo de frutales desnudos ha atrapado el arco iris un poco más allá. Son tan delicados que se elevan flotando sobre la loma. La carretera mojada, el arco iris en el suelo, el arco iris en los árboles. Todo es un arco iris. Incluso las cumbres nevadas.


El cielo se abre, el sol, ah, mete su manaza y llega hasta mi corazón y lo acoge y arrulla. Giro y subo sobre el valle, tan caliente en el puño del sol que podría deshacerme. Abajo, el río, cinta plateada, las casitas que han sido derramadas al azar, el sol que me ciega, que arremete contra un cordero negro y contra un cordero blanco, el arco iris. Los arbolitos esperanzados, ciegos de sol.

            *****

Hilandera

Es necesario tejer un poco cada día.
A pesar del ala ancha de tu sombrero, el sol ha quemado tu rostro, espigadora.
Yérguete.
Ya es el crepúsculo y las esporas y el polvo destellan al sol que cae.
Siéntate bajo aquellos árboles y teje el hilo dorado de tu crisálida.

Desaparece.
Te ha envuelto el silencio.

Desaparece en tu tapiz
en tanto tejes.

             *****
 



Han subido los bosques de espuma.
Han subido las aguas del embalse.

Aves extrañas vienen a descansar aquí
y un cielo de madejas grises las aplasta.

Pleno clamor de primavera.

Salto en las olas de los bosques
tiernos de abril.

La lluvia murmuraba en otro tiempo.
Caía a los caminos en torrentes.

Las niñas se tumbaban a lo largo
en estrechos regueros y dejaban
que sus melenas fueran arrastradas.

Bosques de espuma.
Aguas de abril.
Ejércitos de árboles se levantan.

Las yemas de mis dedos
cada día más verdes
a punto de brotar.

        *****


Estábamos en la azotea jugando con el gatito. Le hacía rabiar y se dejaba arañar la mano mientras yo observaba y me sorprendía de que el gato estuviera disfrutando. Él me miró y se rió de mí. Me llamó boba. Tenía toda la mano arañada y me puso un dedo en los labios que noté caliente como si estuviera lleno de sol. Cogió al gatito y me lo pasó por el cuello y dijo:
— Acarícialo, mira, qué suave.
Te quiere.
Me puso el gatito sobre los labios para que sintiera su suavidad.
— Te quiere.
Te quiere muchísimo.
Mira cuánto te quiere.
Pequeño.
Acariciaba al gato y con él me acariciaba a mí. Acariciaba al gatito que estaba en mi cuello, en mis brazos, en mi pecho, acariciándome con su pelo delicado, y sus manos me tocaban a mí. Yo notaba la sangre que vibraba dentro de sus manos. Decía:
— Mi cosita preciosa.
Y poco a poco fue acariciándome a mí a la vez que al gatito, y llegó a acariciarme a mí con sus manos, hasta que posó al gatito y decía:
— Mi animalillo delicado.
Mi animalillo tan delicado.

             *****


Fue un lío entre Cagliostro y eso que echan los niños al nacer, como restos de nada del estómago, algas marinas y limo (de ahí de donde vienen, tan hondo) y bueno, eso es el meconio, pero yo pensaba que era cagliostro y no, el calostro, calostro, es la leche primera que se echa al parir, que es un agua pura y perfecta para su boca y que sabe a fondo marino. Bueno, también cuando rompes aguas huele a fuente. Y eso, tanto fluido la vida, ya se sabe lo del semen, su sabor de mar. Fluidos y viscosidad. Aún más: los bebés están llenos de granitos porque su piel es grasienta. Vienen rebozados en algo gris y cuando salen disparados, agarrán-dose a sí mismos en medio del espacio, al extremo del cordón, la enfermera los para en el aire como un portero, enfermeras de reflejos perfectos, pequeños astronautas de barro, de ojos cerrados. Tanto fluido. Cagliostro. ¿Por qué lo habrán llamado así? Es cómico. Me lo imagino con zapatos rococó y… Joseph Balsamo, calostro. Sangre.

             *****


Esto es uno que va a un entierro ¿oíste?
Va a un entierro y el cura de alzacuellos
habla como un doblaje de los años 30,
Ashley o alguien así,
esa última sílaba casi inaudible
tan digna de conmiseración,
antigua como los fonógrafos.
resulta que al tío le da la risa
busca a su mujer para que no se desperdicien
ese cura, esa voz aguda
porque con ella
un cruce de miradas
y todo existe, con ella
¿oíste?

Solo con ella

y no está.


            *****


—Querría que se muriese.
—¡No es cierto!
—Por supuesto que lo es.
—¡Dime que no es cierto!
—Vale, no es cierto.
—Sí lo es.
—Como tú digas.
—¿Es cierto que querrías que mamá cayera muerta en este
instante?
—Sí, es cierto.
—Oh no, por favor, no, ¡es como un asesinato!
—Si tú lo dices.
—¡No puedes desear eso!
—Vale, no. Es verdad. No lo deseo.

             *****


Desperté en medio de una fiesta
en el aire detenida. En el instante

de su plena magnificencia.

Me zambullí en la gente y fui carne.
Qué gigantesca cola de leopardo
este ser de innumerables cabezas.

Entre guirnaldas de papel saltamos
abrazados al sol. Nos lanzan agua
desde las ventanas y somos gotas.

No deseo encontrarme.

        *****

Estefanía González
Raíz encendida
Ediciones La Baragaña









sábado, 7 de junio de 2014

SILVIA NIEVA - LA FABRICA DE HIELO - POEMAS



¿Se comen las hormigas a sus hermanas muertas?
¿Les llevará la evolución a inventar armas?
¿Usarán la poesía para narrar hazañas épicas?

O seguirán en fila como nosotros,

acatando su lugar
aparentemente delante,
aparentemente detrás,
en un afán de búsqueda del mismo alimento.

Mover una migaja como un sofá

y mudarse una y otra vez
por miedo al exterminio.

Ser hormiga hoy.

Levantarse, 
romper el trayecto,
encontrar el pie que pisa
y morderlo tantas veces
que el dolor lo paralice.

O quedarse. 

Seguir la línea,
habitar el agujero.

        *****


Esta es la primera página,

la espontánea,
la que no pensé.
No respondo por ella.

Es el muro blanco de la infancia.

Oculta el miedo a rasgarse,
al ruido de lo otro.

Ando despacio,

a veces corro.
Puedo mirar atrás,
perderlo todo
y construir el mar con la sal de las estatuas.

Recojo las piedras de otras casas,

por eso soy distinta de los que me hicieron,
tan distinta que parezco otra y no me reconocen.

No soy su proyecto.

Soy mucho más lenta, más volátil,
aunque llevo las marcas de su rostro,
y eso asusta,
y eso no puede matarse sin matarme.

Arrastro una madre,

arrastro una mujer inmóvil, asustadiza,
como un carro de caballos locos.
A veces chillan, 
y tengo que girarme.

Ahora son delfines, y me hunden.

Los mismo gritos.
Ahora son hormigas,
y cavan túneles que sobrevuelo.

Ahora buitres esperando la caída,

el golpe de partir los huesos,
de romper cartílagos,
esparcir la carne.

Mientras, 

inmóvil,
la madre observa.

          *****


No seré yo

quien mate la última hormiga,
quien vuelva impecable la vida
y refleje la luz en las paredes.

No seré yo

la mujer feliz rodeada de países azulejo.
El discurso no está en mi voz
ni soy la mano que lo escribe.

Serán otros,

hijos de mis hijos.

Heredarán el suelo sobre el suelo,

heredarán los pies,
el paso,
y la mirada perpleja del niño que rompe los juguetes.

Cada día sueño mas despacio.

Consagro horas y minutos
a buscar el borde de las cosas,
la esquina en la que empieza y termina
la cortesía de la mentira.


SILVIA NIEVA
La fabrica de hielo.
Canalla Ediciones.