...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

lunes, 4 de agosto de 2014

DANIEL MACÍAS - NIÑO EDÉN - POEMAS





LA BENEVOLENCIA DE TODOS LOS SERES


       Si te ofenden, decepcionan o abusan, mi amor, haz lo que decía mi Maestro y aplica el antídoto. Medita en la benevolencia de todos los seres que sienten, no sólo los que te alimentaron, te protegieron y te educaron, sino todos los que con su virtud visible o invisible hacen tu vida más ligera, y verás sus muchas bondades produciendo nuestro deleite en cada momento y lugar; los que pusieron un o a uno, con mano cansada, un día que fue demasiado frío o demasiado caliente, los adoquines que pisas, los que con esfuerzo plantaron, cosecharon, transportaron, elaboraron o sacrificaron y te sirvieron todo lo que comes y bebes, medita, mi amor, sin descanso, en la paz, en la ausencia de temor en la que vives, en todos los que te cuidaron en la enfermedad y te socorrieron en la pena o en la escasez, medita, medita, continua e intensamente, hasta que generes un ascua pequeña en el pecho, y entonces no de dejes que se apague o se salga de ahí, avívala con el aire de todas las mercedes, afectos y caricias que has recibido desde que naciste dentro y fuera de tu sangre, y veras que amas más sabiendo, y sabes más amando, y todo arderá en una gratitud inmensa que libera del dolor y derrite las zarandajas, en un cálido y gustoso afecto que no deja escapar ninguna forma de vida.


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NIÑO EDÉN

      Crece el Edén en tu vientre y en nuestros pechos lejanos un dulzor que sabe a damascos y nísperos en el desierto, crecen la higuera y el jazmín junto a nuestras bestias en un cuarto piso, todo está creciendo con raíces reventando los tiestos y paredes, y no sabemos, no sabemos si habrá un suelo suave donde plantar todo esto, pero tenemos que intentar vivir de la Tierra, amor, porque yo no puedo luchar contra nadie, y tampoco quiero que tú seas Rosario "la dinamitera": tenemos que dejar de ser cómplices ignorantes o siervos furiosos, salir del manicomio económico y tecno-idiota, para crecer en la paz y el cultivo  de una sencillez hermosa de avispas que se emborrachan con las uvas de la parra y su sombra, golondrinas bebiendo en una alberca donde los niños gritan y juegan, hasta que el agua oscura del pozo nos devuelva un reflejo risueño enmarcado de musgo.

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EL NADADOR DEL DESIERTO

       El jefe de pilotos me está filmando debajo del agua de la piscina para probar un juguetito nuevo que se ha comprado, mientras piensa que para lo gordito que  estoy me muevo en lo hondo con gracia. Lo que él no sabe es que soy un brujo Itzá, naga, chac y klu, una vieja serpiente de agua castigada en el desierto, un monstruo de la criptozoología marina que no olvida su casa en el abismo, el mismo nadador que pintaron en una cueva no lejos de aquí, el que solo sale en la foto una vez cada diez milenios.

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BAMBU BORRACHO

Me levanté de la hamaca corriendo para escribir que
el bambú está borracho y baila frente al mar,
y entonces te vi desnuda en la cabaña
y sin escribir nada
yo fui el bambú borracho y tu fuiste el mar,
mareo y elegancia de la Realidad.

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LA BALSA

       Una balsa, un refugio, se construye con los restos y desechos de lo que se hunde. Nuestra especie existe porque formaba bandas igualitarias, familias grandes que no toleraban el dolor ni el desprecio de ninguno de sus miembros. Esa fue su balsa y su refugio durante la mayor parte de su historia, sus más de cien milenios de apoyo mutuo y autogobierno sin estados ni ciudades. Quizá tengamos que desprogramarnos del lenguaje del dinero y la propiedad que nos separa y formar bandas, buscar el suelo que nadie quiere o levantar los adoquines para dejar la tierra al aire, ensamblar muebles rotos y juguetes viejos, y empezar algo nuevo con plantas y gallinas que se parezca a lo más viejo. Por Tolstoi y por  Kropotkin que para sobrevivir y vivir super, sin sangre y con belleza, no veo otra salida.

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EL HAIKU DE LA PÉRDIDA MASIVA

Antes de nacer nuestro hijo escribí:

Al mirar las estrellas 
un crujir de caracoles
bajo mis pies

Después de morir nuestro hijo escribí:

Al mirar las estrellas
Un crujir de caracoles
bajo mis pies



Daniel Macías
Niño Edén
Amargord




                           

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