...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

martes, 23 de septiembre de 2014

SOPHIA DE MELLO BREYNER ANDRESEN - POEMAS



PLAYA

Los pinos gimen cuando pasa el viento

El sol da en el suelo y las piedras arden.

Lejos andan los dioses fantásticos del mar

Blancos de sal y brillantes como peces.

Pájaros salvajes de repente,

Tirados a la luz como pedradas,
Suben y mueren en el cielo verticalmente
Y su cuerpo es asido en los espacios.

Las olas topan rompiendo contra la luz

Su frente ornada de columnas.

Y una antiquísima nostalgia de ser mástil

Se columpia en los pinos.

              *****


En nombre de tu ausencia

Construí con locura una gran casa blanca
Y a lo largo de las paredes te lloré.

              *****


Segaron el trigo: Ahora

Se contempla mejor mi soledad

              *****


A través de tu corazón pasó un barco

que no para de seguir sin ti su camino

              *****


Escribir el poema como un buey labra el campo

Sin que tropiece en el metro del pensamiento
Sin que nada sea reducido o exiliado
Sin que nada separe al hombre de lo vivido

              *****


Quién me ha robado el tiempo que era único

Quien me ha robado el tiempo que era mío
El tiempo todo entero que sonreía
Donde mi Yo fue más limpio y verdadero 
y donde por sí mismo el poema se escribía



Sophia de Mello Breyner
Nocturno mediodía
Galaxia Gutemberg
Traducción de Ángel Campos Pámpano


lunes, 15 de septiembre de 2014

FERNANDO BELTRÁN - POEMAS



No me beses jamás con los ojos abiertos,
y si lo haces
no me lo digas nunca,
yo no quiero saber
que el cuerpo sigue siendo
mientras estoy contigo
este reloj de arena 
que envejece,
una playa enfrascada en sus labores
mientras mi encía sangra
océanos de sal
y gaviotas como islas
cuando naufrago en ti
y barco vuelvo

*****

Y no exijas razones para amarme
ahora que llega el fío,
ahora que llega el daño,
moriría de sed
antes de ser el vaso
que me pides,
para beber el agua que te doy
basta el cálido hangar
de tus tres manos,
la derecha, 
la izquierda,
la que te ama,
y si es cierto que el mar así se escurre,
tómalo como es,
como una nuez de pronto
partida por el hambre,
derramada en la mesa,
enredados la cáscara y el fruto,
confundidos la piel y los deseos,
deshecho ya el amor

*****

Será de madrugada,
cerrados ya los bares de tu cuerpo,
la saliva, el sudor, el cocodrilo
de tus piernas abiertas
masticando la noche,
tu pelo estará seco
pero tus pies helados,
levantarás de pronto la mirada
y un reúma al acecho
te besará la espalda,
ese lugar remoto donde sólo
los que más aman
llegan,
donde nunca una lágrima
quiso mirar de frente
a la tristeza

*****

Ojo por ojo
diente por diente,
beso a beso
te quitaré el carmín,
me quitarás las gafas,
no sabremos muy bien por qué lo hicimos,
no querremos saber cuándo ni dónde,
el amor es así,
frágil y hermoso
como un cisne perdido en alta mar,
como un niño clavado en sus tristezas,
como un perro que corre enloquecido
extraviado y sin ti
con tu collar al cuello

*****

Fernando Beltrán
Amor ciego
KRK Ediciones

jueves, 11 de septiembre de 2014

ROSA LENTINI - TUVIMOS - POEMAS



EL VIENTRE

Puedo verlo, el contorno abultado en la sombra 
que es mi padre,

Y mi cabeza latiendo al unísono,
     alga invisible, filamento, toda fluido
el momento exacto en que mi vida alcanzó
     una entrada que no deseaba alojarme
ignorante de cómo tener a cualquiera
     creciendo entre sus paredes...

Ya todo estaba allí:
una joven y perturbada madre en su aversión
por el huésped que roba su intimidad,
marca años en su piel
y deforma al estirarlas
     sus hinchadas mamas.

Ya todo estaba allí: la cueva
con el cuello estrecho asfixiando al pez
     que hace una brecha en la carne 
el parto de tres días y el ojo
     que descubre en lo oscuro el contorno rosado 
de una llamada articulada desde fuera
empuja hacia la luz y se abre a una sala
donde huele a alcohol,
     a vaho ácido de agua
          a instrumental esterilizado
               a placenta.

Ya todo estaba allí, salvo en mi cabeza
donde él es el que elijo,
     el centro de un mundo,
y el otro, el hombre, no fue sino la sombra que ardió
     solo un segundo en el fuego de otra piel.

*****

EL LICENCIADO VIDRIERA

Si me acercara al sofá olería la grasa rancia
en el respaldo dejada por su pelo engominado.
Un cabello que había sido negro,
     luego pardo, luego muy blanco
          y después nada,
solo una cicatriz enorme que hunde 
su sien y baja por detrás de su oreja,
la mitad izquierda de la cabeza rapada,
y en la derecha cuatro pelos escasos
     apuntando en direcciones opuestas.

Unos ojos en su propia letanía, desgajados
de la mirada dicen sí, sí, a la firma
          de un poder o un testamento,
mientras sus pupilas apuntan al techo
y tratan de enfocarme sin éxito, en línea
con un cerebro opacado por la bruma del tumor
que lo divide en dos para siempre:
Los puntos de sutura como las amantes y esposas codiciosas
que pasaron por su vida y dejaron el cuenco vacío,
la mala sangre de su pensamiento anestesiado
     alcanzando a sus hijos.

Mis lágrimas irreparables componen
pequeños cuervos para nada.

     Corazón, concédeme una gracia
para ese amago de superioridad que le devuelve
apenas por un instante la firmeza, concédeme
     la levedad de una pluma para su trance.

Despierta, defiéndete, le susurro,
pero él ya me está olvidando
mientras ovillado en mi caricia se rinde.
Sí, sí, una ventana abierta
la herida, por la que su memoria se deshace
     membrana tras membrana.

Con la sonrisa rota, el espejo no lo reconoce,
a él que se ha transformado,
     a él que ha vertido su alma
          en el cristal que nadie ha de tocar.

Solo un último  blanquísimo mechón del pétalo
de su pelo en mi mano
     parece quejarse de tanta cautela.

*****

EL FINAL DE UNA VIDA

Mi abuela materna solía plantarse
     en una esquina del jardín ,
al pie de dos abetos gigantes
de chorreante resina que brotaban
de la corteza olorosa de su piel,
no lejos de la maraña de hierbas
     amontonadas para la quema.

Yo dormía todavía en la hamaca veteada de sol y sombra,
inmersa en el sopor
     de una tarde de agosto
cuando ella dispara la pregunta a sangre y fuego:
¿Vas detrás de tu padre?

Su ¡Aja! de satisfacción ante mi respuesta
no me altera y le explico
que mis piernas más cortas de niña
me llevan siempre detrás de sus largas zancadas.

No es eso replica, detrás insiste.
Piensa en algo sucio, dice.
     Pienso en una mierda de perro,
          en una cagada de pájaro en mi pelo.

Más sucio, continúa.
Su voz sugiere una mano
desde el pasado profundo llegando hasta un cuerpo.
Ajá, confirma, Ahora no, hace varios años,
                                    cuando eras niña, niña.

Y mis siete años de adulta se resienten de pronto
se aleja la visión del perro, 
    huye la serpentina de luz del ave
        se transforma en una lente de hielo.

Un cuerpo sin peso
como el rostro de esa niña de pocos años
y el halo satánico que se disuelve
en las venerables canas de la anciana
     cuando las dos se miran en mí
          al final de su vida.


Rosa Lentini
Tuvimos
Bartleby Editores
   

jueves, 4 de septiembre de 2014

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO - POEMAS


LA LUZ NO RECUERDA

Entra la luz hoy en el cuarto como

entraba la otra tarde. Y no nos ve
aquí juntos de nuevo: no has venido.
Yo puedo recordarte.
Y te recuerdo, a solas, en esta habitación
–llena de nada ahora– que entonces compartimos.
Las palabras que hablamos, la música, tu risa,
y lo que entre nosotros sucedió en esas horas,
siguen viviendo en mí.

Pero la luz no te recuerda, porque 

la luz ama el presente. Regresa sin memoria
a la estancia vacía. Y ya no sabe
que se enredó en tu pelo y que brilló en tus ojos,
que, a la vez que mis manos minuciosas, anduvo
despacio por tu cuerpo.

                                  No, la luz no recuerda

haber estado aquí, contigo, con nosotros.
Llega, alegre y dorada,
al lugar en que ardiera la otra tarde la vida.
Y únicamente encuentra en su silencio
a un hombre recordando, recordándote:
un hombre triste, y derrotado, y solo.


*****


PRINCIPIO Y FIN


Puede ser que te digas: "El verano que viene

quiero volver a Italia", o: "El año que hoy empieza 
tengo que aprovecharlo; con un poco de suerte 
acabaré mi libro", y también: "Cuando crezca 
mi hijo, ¿qué haré yo sin el don de su infancia?"
Pero el verano próximo, en verdad, ya ha pasado;
terminaste hace muchos años el libro aquel
en el que ahora trabajas; tu hijo se hizo un hombre
y siguió su camino, lejos de ti. Los días
que vendrán ya vinieron. Y luego cae la noche.
A la vez respiramos la luz y la ceniza.
Principio y fin habitan en el mismo relámpago.


Eloy Sánchez Rosillo

La vida
Tusquets Editores