...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

sábado, 2 de diciembre de 2017

TESS GALLAGHER - ELEGÍA A RAYMOND CARVER.



                             Sí

Ahora somos como aquel montón mate de arena
del jardín del Pabellón de Plata de Kyoto,
diseñado para revelarse sólo a la luz de la luna.

¿Quieres que esté de duelo?
¿Quieres que guarde luto?

¿O, como la luz de la luna en la arena blanquísima,
que use tu oscuridad para brillar, para relucir?

Brillo.           Estoy de duelo.

*****

                      DESPERTAR

Tres noches yaciste en casa.
Tres noches con escalofríos en el cuerpo.
¿Quería demostrar lo muy atrás
que me había quedado? En la espesa oscuridad del cuarto,
me metí en la cama, a tu lado; la cama
en la que habíamos amado y habíamos dormido, casados
y sin cesar.

Te rodeaba un halo de frío,
como si los mensajes del cuerpo se oyesen mejor 
con la muerte. Mi propio calor adquiría la blancura plateada
de una voz entera arrojada a la nieve, para oírse:
para oír la nitidez de su reclamo. Permanecimos muertos,
un poco, el uno junto al otro, serenos
y a flote, en el vasto y extraño manto
del mundo abandonado.

*****

                      FRÍA Y CRECIENTE

Paseamos despreocupadamente por las tiendas del muelle,
a la espera de cruzar con 
el ferry; aún no sabemos
que te estás muriendo. Pero sostengo aquel chal, largo y negro,
y admiro cómo se enlaza al cuello, cuánto me favorece, frío
como el canto de un pájaro en la nieve.
No tenías miedo y te ofreciste a comprármelo. 
Y no nos dimos cuenta  al pagar,
ni cuando me pusieron en las 
manos aquella sencilla guadaña de tela.

Recuerdo haberlo sacado hace poco 
del cajón, y su crujiente negrura, y el
quebrarse de sus extremos a la luz diurna, igual que la muerte
nos quiebra a nosotros, o grita contra sí
hasta que un hormigueo embosca la habitación, y lo único
                                                              que podemos hacer
es negarnos a seguir ese arrebato de irretorno.
Pero ya no me quedan fuerzas para eso, como dice la luna creciente
de su pleno perfil pétreo. Esta noche la luna es rubia.
Su luz oblicua se inclina para burlar
a la oscuridad. Por eso está él ahí: para entregarme
el chal blanco, bordado junto a algún extinto hogar.
Cuando me lo extiende por los hombros,
me agacho suavemente
y me dispongo a dormir otra vez en la tierra.

*****

                             UVAS AZULES

Como uvas azules
                          junto a la ventana
                y miro
                          al valle nevado.
Por un momento, la profundidad del mundo
                me devuelve la mirada. Entonces un arrendajo azul  
                esparce nieve de una rama.
No hay mundo; no hay encuentro. Sólo
                estremecimientos, dulzura
                                                      en la lengua.

*****

Tess Gallagher
El puente que cruza la luna


viernes, 24 de noviembre de 2017

LAURA GIORDANI - MATERIA OSCURA



Dame esa palabra que haga brotar calostro de las piedras
mientras tanto no decir nada
seguir en la penumbra
hasta que alguien me llore dentro y tenga que escribir
para darle consuelo

***

No escribir hasta sentir hambre o sed

en la indecisión se habitan las esquinas azules
moribundas del pulso

saber esperar esa palabra surtida de hambre
entrañada y necesaria

palabras aledañas a la muerte o al precipicio:
ése que se tiende junto a nuestros pies
desde el mismo vientre

***

Mendigar vocablos para ti
para que nos atraviese de una vez
el alfiler remoto de tu sangre

***

Ver de una vez la palabra
abrazando los pedacitos
rotos del mundo

palabra gasa para la espalda dolida
palabra abriendo sus costados
para alojarte


Laura Giordani
Materia oscura
Ediciones Baile del sol

viernes, 17 de noviembre de 2017

MARIO VEGA - AL UMBRAL DE LAS HORAS



Mi juventud lograda en tantos años,
mi rebeldía, mi inocencia intacta
las perdí en el instante
en que tomé la grave decisión
de medir estos versos
y entregártelos libres de ceniza,
sin las manchas que poco a poco, lento,
el paso de los días va dejándonos;
sin aquellas palabras que me llevo,
que arrastro y me hacen ser umbrío, necio,
y transido de vida.

*****



CARPE DIEM
    
                               A Lorenzo Roal

Apenas quedan los recuerdos tristes
que desmigábamos en el pasado. 
Hoy tan solo perdura en la memoria
la fresca juventud de ciertos labios
y el volcán de inexpertos cuerpos tibios
manando de las noches de verano.

Escaso calculábamos el precio
del lento transcurrir de nuestras vidas,
sentados a la sombra de aquel árbol
probando de la fruta más prohibida
que pasaba por nuestros ojos niños,
creyendo indestructible la clepsidra.

Pero visto por fin el reloj roto
del exceso asumimos consecuencia,
siendo cada vez menos, más amargos,
rendidos a este raudo latir, queda
solo para salvarnos un camino:
vivir una segunda adolescencia.

*****

AL UMBRAL DE LAS HORAS

Antes de atardecer
en este largo muelle llamado juventud
vemos desenrollarse un denso lago
en el que al fin, un día, moriremos.
¿Pero de qué nos sirve
acechar el momento entre las aguas,
pararse a lamentar
el vespertino luto de las rosas
y el aire enrarecido,
acíbar de recuerdos y nostalgias?
De qué nos sirve –digo–
si aún el tiempo nos reclama a veces,
nos recuerda que ésta es nuestra historia,
que nuestros actos últimos se encuentran
al umbral de las horas,
esperando en la noche, recogidos, 
como un sordo dolor de llanto y vida.

Pero la vida se presenta aún
flexible a los ataques de cordura,
dispuesta a imaginarnos libres, pues
la vida es bella en su imprecisa calma.
–Volved, mirad el lago nuevamente–
un ciervo bebe desgarrando el agua,
batiendo ondulaciones,
y en sus astas despunta un ocio de luciérnagas.

Nunca podremos empuñar las horas
pues el tiempo es un arma
capaz de destruir hasta a los dioses.

Alegraos.
              Todavía no hemos muerto,
nuestros nombres perduran.
Aún tenemos recuerdos del amor,
–remoto y tan lejano como un pájaro–
aún nos queda sangre que verter,
no es aún el crepúsculo, no es hora
de hundirse como el sol en estas aguas
porque también nos queda
–de ser aún posible– la conciencia.

*****

EPÍLOGO

Detrás, detrás del mar.
Detrás de los naufragios y mareas,
de las cálidas manos del desierto
o el hálito del trópico, de juncos,
montañas, selvas, hielos;
se encuentra en una playa, observando
con ojos infantiles el ocaso.
Detrás, detrás del mar.


Mario Vega
Al umbral de las horas
Valparaíso Ediciones

martes, 24 de octubre de 2017

MARY SIMMERLING –WHAT I WAS WEARING (LO QUE LLEVABA PUESTO)



Lo que llevaba puesto

Era esto:
en la parte superior
una camiseta blanca
algodón
manga corta
y cuello redondo

esta estaba metida
en una falda vaquera
(también algodón)
que terminaba justo encima de las rodillas
y estaba ceñida con un cinturón en la parte superior

debajo de todo esto
un sujetador de algodón color blanco
y braguitas blancas
(aunque probablemente no hacían conjunto)

en mis pies
unos tenis blancos
del tipo que usas para jugar al tenis

y finalmente
pendientes de plata y brillo labial.

esto es lo que llevaba puesto
aquel día
aquella noche
aquel cuatro de julio
de 1987

quizás te preguntes
por qué esto importa
o incluso cómo recuerdo
cada prenda
con tanto detalle

lo ves
me han hecho esta pregunta
muchas veces
han traido a mi mente
muchas veces
esta pregunta
esta respuesta
estos detalles

pero mi respuesta
muy esperada
muy anticipada
parece simple de alguna manera
dado el resto de las circunstancias
de esa noche
durante la cual
en algún momento
fui violada.

y me pregunto
qué respuesta
qué detalles
serían cómodos
podrían ser cómodos
para ustedes
mis interrogadores

buscando comodidad donde
no hay comodidad
que encontrar

si todo fuera tan simple
si pudiéramos
poner fin a una violación
simplemente cambiando la ropa

recuerdo también
lo que él vestía
esa noche
aunque
es verdad
que nadie
nunca lo ha preguntado.



-->
Mary Simmerling
--> What I Was Wearing
Traducción de Jorge Espina

-----------------------------------


What I was Wearing

was this:
 from the top
 a white t-shirt
 cotton
 short-sleeved
 and round at the neck
this was tucked into
 a jean skirt
 (also cotton)
 ending just above the knees
 and belted at the top
underneath all this
 was a white cotton bra
 and white underpants
 (though probably not a set)
on my feet
 white tennis shoes
 the kind one plays tennis in
 and then finally
 silver earrings, and lip gloss.
this is what i was wearing
 that day
 that night
 that fourth of july
 in 1987.
you may be wondering
 why this matters
 or even how i remember
 every item
 in such detail
you see
 i have been asked this question
 many times
 it has been called to my mind
 many times
 this question
 this answer
 these details.
but my answer
 much awaited
 much anticipated
 seems flat somehow
 given the rest of the details
 of that night
 during which
 at some point
 i was raped.
and i wonder
 what answer
 what details
 would give comfort
 could give comfort
 to you
 my questioners
seeking comfort where
 there is
 alas
 no comfort
 to be found.
if only it were so simple
 if only we could
 end rape
 by simply changing clothes.
i remember also
 what he was wearing
 that night
 even though
 it’s true
 that no one
 has ever asked.




JAVIER GM - A MI VIEJO...


A mi viejo
que es una dulzura
y que siempre se comió sus dolores
y nunca vomitó sus secretos
le tocó 
tuvo que hacernos de padre
y de madre a medias
a medias una mejilla
a medias un discursito
a medias enteramente de la misma casa
y extranjeros del color del beso
con la sabiduría corta y grande
con la propina de una mirada de amor
y una inesperada conmoción aterrizando
y un susurro te quiero a la hora
en que las criaturas se ofrecen al sueño
y a los monstruos bajo los molinos,
pero eso ya no importa,
a mi viejo
que es una dulzura
y que nunca pone zancadillas
ni al que sujeta regaderas
ni al que duda del giro de los planetas
le ha tocado
tiene que hacernos de hijo y de abuelo
y de padre y de madre presente
y de borra y traza y sábana y delta
a medias
me recorre su educación
lucha por respirar
reclama la pensión a la lluvia
a medias construye una asamblea
con lo moribundo y aparta la muerte
mientras labra el rezo y labra el hambre de más
más murmullos y gestos de limpieza
a medias
mi viejo va dejando de saber letras y cosas
va olvidando los paisajes en el río
y pasa de caldo a saliva y de sal a piedra,
pero eso a quién le importa
excepto a este poema
a medias
entre la memoria medio vacía
sola
y un niño aún, desapareciendo aún,
palpitando aún
qué más da lo que a quién le importa
a medias
este empujón que es una dulzura que es
la voluntad de entender la verdadera actividad
de una simple dulzura.
Mi viejo, la masa de mi dulzura.
Lo que queda de aquello que fue tan dulce.

Javier Gm (Las Balas Lenguas)

lunes, 11 de septiembre de 2017

SHARON OLDS - ESTO



ESTO

Quizá si no tuviera esto
yo misma me llamaría la hija de mi madre
o identificaría mi alma con el cuenco azul
colocado sobre la mesa, o con el muro de oro, o el campo.

Me llamaría a mí misma Cobb, Stuart, Torrance,
McLean, vestiría con tela escocesa todo el tiempo,
verde clan, rojo sangre,
línea fina de vena purpúrea,
si no tuviera esto. O quizá me gustaría envolver mi vida
en la bandera, en las amplias franjas de sangre, en sus
estrellas como cuencos rotos sobre la mesa,
o en la frente curva de mi padre como el cuenco de cereales
aquí sobre mis cejas, o en la vena mala de mi madre
que corre por el interior de la pierna
como un río subterráneo.
                                     Pero tengo esto,
así que esto es lo que soy, este cuerpo
blanco como masa amarillenta barrida con harina seca
presionada contra su cuerpo. Soy estos pechos que se 
aplastan junto a él como abatibles tazas
de viaje plateadas, comprimidas unas junto a otras,
y los pezones que flotan en el centro como frambuesas
duras a la luz del sol, ambos son
mi vida el sexo oscuro que
lo acoge a él como cualquiera que en verano 
abra su garganta a la manguera sujeta
en el borde caliente de un solar. No
me preguntes por mi país o quién era mi 
padre o incluso a qué me dedico, si
quieres saber quién soy, soy esto, esto.

Sharon Olds
La célula de oro
Bartleby Editores
Traducción de Óscar Curieses

domingo, 30 de julio de 2017

DEREK WALCOTT - MI PRIMERA GUERRA



Fue ésa mi primera guerra: peleas a voces,
al mediodía, de hombres que solapan fardos
mientras las gavias chillan sus vocales monótonas
de complejas blasfemias sin llegar a las manos.
Hombres fornidos con motes enclenques que empujan
bacalao en barril y encumbran sacas de arroz,
que pueden, con un brazo, alzar rollos de cable
inmensos, izar galvanizador ondeante para
arrojarlo a las bodegas mientras los ganchos y argües
basculan alrededor. Almuerzan a la sombra
de pilas de mercancías atadas con nudos 
y cinchas y alejan a las gavias con mendrugos.
Siempre alguno se lesiona, el ron y la diabetes
de otro se llevan una pierna: queda raquítico
como su apodo. Es mendigo orgulloso, rugiente
cual camión que acelera en lo mejor de su trago.

Derek Walcott
-->

jueves, 20 de julio de 2017

LAS CONFESIONES DE DON QUIJOTE - LUIS GARCÍA MONTERO



LAS CONFESIONES DE DON QUIJOTE

Casi nadie me llama por mi nombre,
vulgar y cotidiano como la rebeldía.

Prefieren otorgarme
la nobleza ridícula que yo mismo elegí,
el título de un pobre caballero,
de una triste ilusión,
y me recuerdan hoy
por el delirio de mis noches,
alunado, valiente
en la cabalgadura de los sueños,
al confundir gigantes y molinos.

No les resulta fácil
convivir con el nombre de las cosas.
El dolor y el desvelo
convierten los rebaños en batallas,
las cuevas en enigmas
y la fealdad inhóspita en belleza.

Hermosa y respetable es la locura,
como la débil caridad del sueño,
hasta que descubrimos
las razones del Duque,
que invita al soñador y hace volar al loco
para fundar las normas de su corte,
las risas y los pleitos
que pudren corazones cortesanos.

Y ya no somos sombras,
sino cuerpos sin sombras,
ojos sin nadie
que viven en un reino de fantasmas
y han borrado las huellas de sus nombres
con un guante de plástico,
prendidos al vacío,
entre rosales pulcros y espinas bien cortadas,
como el jardín de un manicomio.
Madreselvas y lilas
alrededor de las preguntas
y de las soleadas canciones de los médicos.

Soy Alonso Quijano.
Yo recordé mi nombre en Barcelona,
después de ver el mar, de visitar la imprenta
y descubrir la farsa de mi vida
en la hospitalidad de los que hoy
repiten sin saberlo aquel destino
por el que me humillaban.

Fui derribado por mi propia burla,
cuando el azul del mundo,
en vez de gallardetes y clarines,
gastó la realidad de una palabra
para contar la arena
de los duelos perdidos
con los representantes de la luna.

Esta tarde de junio y de san Juan,
en esta solitaria habitación de hotel
que nos buscó el azar de la poesía,
regreso a Barcelona,
a importunarte con mis confesiones,
porque sigues ahí,
en lugar de la ficción,
suspenso una vez más,
delante del papel,
con el bolígrafo apuntando al cielo,
la mano en la mejilla
y el codo en el bufete.

Porque resulta hermosa y respetable
la caridad del sueño,
se han celebrado mucho mis hazañas.
Pero si quieres verme,
más allá de los himnos de mi triste figura,
y saber cómo fui
en el paisaje oscuro de mi tiempo,
o cómo soy ahora
entre las libertades de tu siglo,
abre el balcón y asómate a las Ramblas.

Pasa la multitud, cumple la historia
de sus mercados y sus oficinas.
Hay hombres y mujeres
que cambian de argumento al detener un taxi,
besos que sólo con una frontera
para volver a un domicilio,
colecciones de barcos que se olvidan
en una mesa de café
y gentes consagradas a fundirse
bajo la luz ambigua
en la llanura de sus movimientos.
No montan el caballo de los héroes,
pero están convencidos
de su programación,
de sus constituciones y sus leyes,
igual que yo creí
en mis novelas de caballería.

El retablo del mundo
sustituye las noches
por la historia medida de las noches,
y la luz de los ojos por la sed de las cámaras,
y la piel por un hueco
que las manos dibujan en el aire.

Exígele a la vida que te enseñe
a distinguir el mar del oleaje
que expulsa los desechos junto a las caracolas.

Al llegar a mi aldea
quise apretar el campo con los dedos
hasta sentir su araña
al lado de mi nombre,
la tarde que resiste en cada sílaba
dorada por la lluvia y el sol de la experiencia.
Volver será el oficio del amor,
incluso en un lugar impertinente.
Regresa tú también,
aprieta con tus manos el silencio
del último rencor
hasta sentir la caracola
que ha guardado la culpa y la inocencia
junto a la voz del mar,
esta canción añil
de los saludos y el adiós
que todavía compartimos.

Y que tu soledad camine por la casa,
vuelva de cuarto en cuarto
dejándose las luces encendidas,
por si alguien las ve,
y no quiere apagarlas,
y pregunta la historia que han escrito en su rostro,
las huellas de su nombre
vulgar y cotidiano como la rebeldía.

Como la rebeldía de la gente
que se atreve a vivir

fuera de las haciendas encantadas.


La intimidad de la serpiente
Luis García Montero
Tusquets Editores