...¿A QUIÉN NO PODRÁS AMAR? SI SÓLO HAY UN HOMBRE,
SI SÓLO HAY UNA MUJER, SI SÓLO HAY UN MUNDO...
DANIEL MACÍAS.

REVERDECER







PRÓLOGO

WILLIAM CARLOS MOËNS

Reverdecer atesora las obsesiones que han perseguido al autor durante toda su existencia: el destino y la dicotomía entre una infancia urbana y otra rural en la que la naturaleza desnuda al autor en el esfuerzo de este por mostrarnos su verdad. Los versos fluyen y confluyen por medio de fragmentos de una realidad que surge a la luz de la experiencia personal, utilizando un lenguaje sencillo, libre de prosodia tradicional y normas convencionales, con el que consigue en ocasiones que desaparezca el poema mientras se conserva la imagen.
Al igual que mi tocayo, William Carlos Williams, Espina trata de hallar la trascendencia del instante, el localismo ecuménico, transmitiéndonos el  estremecimiento luminoso de lo común, la verdad individual como única ley universal.
La estructura del libro está fragmentada en cuatro partes. Bierces, Apología de la luz, Reverdecer y Poetas. Bierces y Poetas, primera y última respectivamente, contienen poemas reflexivos, de tono calmo,  escritos con distancia, mientras los dos segmentos centrales, Apología de la luz y Reverdecer, son, salvo contadas excepciones, poemas que nacen a la vez que el sentimiento, mostrando en Apología una actitud de oposición constante hacia la cultura de resignación con la que ha crecido y de confrontación con su ineluctable destino.

Bierces no trata tan solo de dar razón de una tierra, sino de dar la razón a esa tierra, a las gentes que la pueblan. Al igual que A. E. Housman en A Shropshire Lad, nos habla de la tierra de la felicidad perdida, comienza aquí su disidencia con la urbe, el sentimiento telúrico, el regreso a una infancia idílica en la que los hombres hablaban con voz de geranio. Escribe acerca de quien le rodea y de aquellos que aun no perteneciendo a aquella época encajarían perfectamente en aquel lugar.
Refugiado de la lluvia bajo un tiloimpregnadas de agua mis raíces.  Símbolos. Espina escribe de forma habitual con una nitidez que parece buscar la ascesis a través del desnudo. Es sin embargo en los poemas aparentemente más sencillos donde suele ocultarnos mensajes, convirtiendo una palabra, un verso, o la totalidad de un poema en un símbolo oculto. Revienta el hormigón, se resquebraja el alquitrán y en cada herida del asfalto, por doquier, nacen nuevos brotes de hierba.

Es de presumir que Apología de la luz surge a partir de un movimiento compulsivo de las entrañas, no hay distancia y el autor no la pretende, pues es esa cercanía la que  nos persuade de la veracidad de sus versos. Comienza dibujando una relación de amistad con la vida. Alcanza la desesperación, pilar sobre el que se sustenta el centro del poema, y en este desespero arremete contra dios o contra el destino, contra la cultura del acatamiento y la sumisión. Espina juega con la percepción del lector en el poema Playa de Frejulfe, para disipar de inmediato las posibles dudas en los versos de Niño en la bañera. Existe una pérdida, pero la ambigüedad inicial nos indica que no es necesariamente la que  él nos muestra.

De qué hablamos cuando hablamos de amor, diría Raymond Carver. Reverdecer mantiene con Apología de la luz una afinidad esencial en el tono. Ni hay alejamiento, ni se trata de atenuar nada. No se habla de otra cosa que no sea amor, amor que no se difumina y desvanece escondido entre las palabras, sino que estas quedan supeditadas a la emoción encerrada en el instante.

El poemario finaliza con el capítulo titulado Poetas. Inventando una voz poética para diversos personajes históricos. Me atrevería a asegurar que Espina invita a Príamo, Torquemada, Gauguin, Picasso, Nelson o Rodríguez de la Fuente a poetizar sobre la propia experiencia del autor y su percepción subjetiva de la vida. 

Fascinado y atónito, libre de tópicos pseudointelectuales, beligerante, herético e iconoclasta, puro ímpetu, fresco como la tierra a la orilla del río, afortunadamente Espina aún no ha abandonado Shropshire.  

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FERNANDO MENÉNDEZ

INSUMISO

Más allá de la retórica y del pudor, los versos de “Reverdecer” se rebelan contra cierta persistente tendencia de la poesía a huir de la celebración y del vitalismo. Jorge Espina concibe sus poemas como los felices pecios que han sobrevivido a un naufragio. Porque vivir es naufragar, ¿Quién está dispuesto a negarlo?

Impetuoso y desnudo, el lenguaje de  “Reverdecer”, como señala en el prólogo del libro  W. C. Moëns, es sencillo, libre de prosodia tradicional y normas convencionales consiguiendo en ocasiones que desaparezca el poema mientras se conserva la imagen.
No en vano, ya en el segundo poema del libro, Espina procura marcar distancias con aquella clase de poesía que no le satisface.

EDIFICIOS VACÍOS

Van colocando verso tras verso,
oración tras oración,
ladrillo tras ladrillo.
Construyen hermosas catedrales,
castillos rodeados de murallas,
monumentales coliseos y toda suerte de edificios.
Consiguen honrar con la belleza la palabra
pero en  su interior,
decorado también con un hermoso mobiliario
nadie habita.

Parece que el poeta prefiere lugares de escaso mobiliario pero limpios y bien iluminados. Matizando lo dicho por Moëns, entiendo que, cuando elude a un lenguaje que consigue que desaparezca el poema, se refiere más bien a un lenguaje transparente, carente de un afectado lirismo. Eso es así en los poemas cuya música evoca la dicción de un Carver o un Bukowski. Es el caso de poemas como “Padre” (pg.31) o “Te envío este beso” (pg.77) en el que reverbera el eco de aquel ya célebre “Colibrí” del autor de Oregón.

              PADRE

                              Padre no ha leído nunca a Joyce,
Ni a Flannery O`Connor,
Padre no ha leído nunca a Carver.
Padre trabajaba de sol a sol
Como una bestia de carga.
                              A padre no le gusta Beethoven
Sufre de los hombros.
No le gustan Mozart, Telemann o Mahler
No soporta el dolor de espalda.
Padre trae el pan a casa
Y no tiene tiempo para mariconadas.
Padre no distingue el Art nouveau del Dadaísmo
Y no conoce el pensamiento
De Kierkegaard o de Engels.
Cuando el cielo está nublado
A padre le aplasta el peso de su sombra.
Cuarenta años
Para comprender y admirar a padre,
A mi padre
Que trabajaba de sol a sol.
Mucho leer
Para no saber nada.

Espina, al igual que el norteamericano, asume que la vida es una propina maravillosa y no le importa dar cuenta de ello, aun a riesgo de bordear el peligro de una excesiva sentimentalidad. Porque “Reverdecer” es un libro impúdico, nacido bajo el peso de la fascinación y de la ausencia de impostura.
Jorge Espina ha de estar satisfecho de su primer combate. Se ha batido con la poesía con dignidad y limpieza; y ha honrado la memoria de nuestros ancestros poéticos. Su oportuna actitud trasciende lo escrito para preocuparse de no representar ningún falso papel. Se ve a sí mismo en su indefensión, en su mínima importancia y huye de la anacrónica figura del poeta como ser sagrado.
Si el lector, como así creo, es quien rescribe, definitivamente o no, la obra de un poeta, subrayaré, para finalizar, el pequeño prodigio cotidiano de ver brotar en el duro asfalto el ancestral canto de la tierra: “Insumisión” (pg. 39)

Insumisión


Revienta el hormigón, 
se resquebraja el alquitrán
y en cada herida del asfalto,
por doquier,
nacen
nuevos brotes de hierba.

Fernando Menéndez en la presentación del libro “Reverdecer” de Jorge Espina. El día 15 de mayo de 2010 en Asturias.

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PEDRO CRENES CASTRO.  LA BIBLIOTECA IMAGINARIA


La poesía de Jorge Espina (Oviedo, 1966) es libre. Tensa, irónica, justiciera muchas veces, Jorge Espina se revela en “Reverdecer” (Baile del Sol, 2010) como un poeta estéticamente inquieto, versátil, que utiliza distintos medio literarios para transformar la realidad en verso, la poesía en elementos vitales muy tangibles.
Es innegable que lo cotidiano y lo común se mezclan con desparpajo, con momentos poéticos intensos y de honda estética y es precisamente el uso de esos términos cotidianos (yogur, pañales, vomitar) lo que dan a la imagen poética su ración de cercanía a la vez que su sentido trascendente.
Reverdecer es un poemario que necesita la complicidad del lector, es como una pareja que varía las posturas en el momento de amarse para llegar hasta el clímax. No quiere que el lector se sienta cómodo en un registro, va mudando de técnica y de estética para que disfrutemos de un poemario vivo y rico en matices.
Las sombras y sus olores, el inventario de Dios que hace y al cual pone a caldo, la cercanía con los hijos ya crecidos y la rotunda voluntad de ser feliz hacen de “Reverdecer” una experiencia fortalecedora, poemas que inyectan la savia necesaria para seguir afrontando esta aventura que es vivir.
Son cuatro las partes que componen “Reverdecer”, precedidas estas por una suerte de pórtico en el cual tres poemas nos dan la bienvenida, entre ellos Poética, dedicado al poeta Antonio Orihuela a quien ya tuvimos  el placer de leer y entrevistar. Abre el texto Bierces, le sigue Apología de la luz y Reverdecer y cierra con Poetas. Son secciones que nacen y se sustentan de modos estéticos muy diferentes. La primera y última sección del mismo, Bierces y Poetas respectivamente, nos presentan a un Jorge Espina más cercano a la tierra y a la infancia, a las cuales devuelve, en versos de una textura de alma, la posición privilegiada que suelen perder cuando nos alejamos de ellas. Teoriza en verso, expresa su pensamiento con poemas, en especial en Poetas. Vemos al escritor transpirando en su oficio. Pero es en el corazón del poemario donde nos encontramos en carne viva al poeta. Son textos cercanos al alma, llenos de materia de emociones y sentimientos que llegan de lo cotidiano, que resucitan y revelan vivencias a flor de tierra, que huelen a memoria de pan e infancia. Están llenos de unas imágenes que agitan la sensibilidad del lector.

El poeta lucha con Dios, con el amor, con la memoria. Emplea su oficio para poner de manifiesto su visión de la vida y su cadencia de alegrías y despropósitos, Poemas como Insomnio, Boceto, Extraños y los dedicados a la madre y al padre son de una factura emotiva y estética que incitan a la nostalgia.
Tenemos en Jorge Espina un valor seguro en la poesía española actual. Un poeta de esos que ama lo que hace y lo que hace lo llena de pasión y oficio que son la única manera de hacer  grandes cosas en literatura. Un texto este reverdecer que nos devolverá el gusto por la vida y por la buena poesía.

Pedro Crenes Castro entrevista a Jorge Espina


¿Cómo fue concebido Reverdecer?

Reverdecer está dividido en cuatro partes, digamos que Bierces y Poetas, están compuestos por poemas reflexivos, escritos desde la meditación y la distancia. Apología de la luz y Reverdecer, surgen de forma compulsiva, tratan de mostrar el sentimiento en el mismo instante en que nace. Lo que véis, es lo que hay.

¿Cómo llega Jorge Espina a la poesía?

En el comienzo de la adolescencia. Por una necesidad de evasión. Intentado crear una realidad habitable.

 

¿Cómo es el proceso creativo de un poema para ti?

Nunca busco el poema, tan solo me limito a escribir al dictado de una voz interior, por supuesto, después viene la labor de poda y corrección.

La sección “Poetas” ¿cómo nace? ¿Cómo eres capaz de trazar una vida o un aspecto de ella en un poema brevísimo?

Los poemas de Newton, Galileo, Servet y Nelson, surgen a partir de sus frases o pensamientos. Con Príamo, Torquemada, Gauguin, Picasso y Rodríguez de la Fuente soy yo quien pone en sus labios palabras que creo podrían haber dicho y que en cualquier caso poetizan mi percepción subjetiva de la vida.

¿Qué lugar ocupa en tu que hacer literario los talleres de escritura y cual es para ti su utilidad?

Durante muchos años participé en talleres de poesía y narrativa. Ahora imparto un taller de creación literaria en la Biblioteca Can Sales en Palma de Mallorca. Lo único indispensable para el escritor es la empatía, la capacidad de ver desde otros ojos, desde un ángulo diferente, desenfocando, pero incluso esto se puede educar.

Aquellas personas que dudan de la eficacia de los talleres literarios, suelen ser escritores que no aceptan muy bien las críticas y se creen conocedores de todos los secretos literarios. Están equivocados, al margen de que algunos sean grandes escritores, todos podemos aprender algo de los demás.

Evaluación de las sombras es el revés de  apología de la luz, son lados de la misma moneda ¿qué opinas de esta posibilidad?

Luz y sombras dependen de cómo nos posicionemos: Días llenos de mar. Días como hojas de olivo, o tierra de camposanto. He aprendido que  cuando lanzas la moneda ya has decidido cómo quieres que caiga, el resultado no es importante.

¿Qué lugar ocupa la infancia en tu creación literaria?

Nunca me he alejado de ella, es la época que más me ha marcado, el paraiso y el infierno. Trato de conservar la mirada de aquel niño.

Cuando lees “Reverdecer” terminas con una sensación de nuevo comienzo que hace alusión al título del poemario ¿que significó para Jorge Espina “Reverdecer” en lo personal?

El título refleja mi deseo de reinventarme, de comenzar otra vez desde el principio. Hoy soy un hombre que reverdece autoexiliado en una isla rodeada de luz.

 

“Insomnio” es mi poema preferido, el que más me ha llegado entre otros, los hijos marcan al poeta ¿es tu caso?

Por supuesto. En “Insomnio” se esconde una derrota, una pérdida. Como dice W. C. Moens en el prólogo refiriéndose a apología de la luz: juego con la percepción del lector. Existe una pérdida, pero no es necesariamente la que el autor muestra.

Recomiéndanos dos poemarios.

Mejor cinco autores. Por diferentes razones: Ángel González, Ana Pérez Cañamares, Antonio Rigo, Antonio Orihuela y David González. 


Título: Reverdecer
 Autor: Jorge Espina
Editorial: Baile del Sol
Págs: 102
Precio: 10 €